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Marlon Peña Moreno

Marlon Peña Moreno
Nació el 1 de febrero de 1980, desapareció el 21 de marzo del 2007

Mi hijo nació el 1 de febrero de 1980 a las 9:30 de la mañana un viernes. Yo tuve en total cinco hijos, dos niñas que no me desamparan y tres varones, de los cuales sólo me queda uno. A Marlon me lo desaparecieron y a Jaimito me lo mataron…

Marlon Pea Moreno

Desde pequeño, Marlon fue un muchachito travieso, muy divertido y alegre, desde pequeño con el fútbol metido en la cabeza, hasta me tocó comprarle un balón cuando estaba bien chiquito.
Siempre un muchacho muy humilde, muy cariñoso y muy educadito. Era mi amigo y mi compañero, hacía de todo pa’ que yo me riera, mi payasito. Era todo para mí, ese era Marlon.
Él era muy bueno jugando fútbol, era hincha del junior pero jugó en Villavicencio, representando al Meta, también jugó en Valledupar, y también en la banca de Millonarios de Bogotá acá en Aguachica.  Mis dos hijos jugaban fútbol, Marlon y Jaime, ambos lo hacían muy bien y eran compinches de cancha.
futbol

Marlon todavía no tenía ni esposa ni hijos y por eso su amor era yo, todo para él era yo. Con sus hermanas menores era cariñoso, las consentía y cuidaba. Con Jaime a veces peleaba un poco porque él era grosero conmigo, entonces Marlon me defendía.

Carta Madre

Siempre hemos sido muy humildes, pobres sí, pero muy bien educados. A mí me tocó sacar a mis hijos adelante sola y procuré siempre hacerlo bien: siempre he intentado formar muy bien a mis hijos, por eso les he enseñado buenas costumbres, buenos hábitos, buenos valores y, todo lo que he podido, a pesar de muchas limitaciones que he tenido. También les he enseñando que tienen que ser unidos, que tienen que quererse mucho, que no le tienen que hacer daño a nadie, que no se puede matar ni siquiera a una hormiga, ni lastimar un árbol para bajar una fruta…

arte

Vivencia de los hechos:

Marlon, ese 21 de marzo, terminó de trabajar y se fue a entregar una bicicleta que le habían prestado. Me acuerdo muy bien de la fecha porque ese día era el cumpleaños de Jaime, mi otro hijo, a quién ya me habían matado un año antes también en Aguachica, el 8 de enero de 2006.
Marlon tenía 27 añitos cuando sucedió todo, cuando me lo desaparecieron. Él trabajaba como vendedor ambulante y era muy responsable en su trabajo, no se metía con nadie, no tenía antecedentes con la justicia por nada, en serio que era un buen muchacho. Nunca cometió un crimen, un delito, por eso yo digo que lo que me le hicieron es injusto. Yo he ido a la Fiscalía, a la procuraduría, a defensoría del pueblo y a muchos juzgados pero no pasa nada. ¡Haj, uno se cansa, además yo ya me siento muy enferma!

Yo expreso mi dolor y esta gran pena que tengo haciendo artesanías, escuchando música, escribiendo, leyendo la biblia. Por ejemplo, a mí me gusta escuchar música, me gusta la balada, por eso a veces cuando estoy en la casa le pido a mis hijos que me pongan canciones de Maná porque me acuerdan de Marlon y a Ricardo Arjona porque a Jaimito le gustaba mucho su música. Yo me siento, le subo al equipo, escucho y canto para que me salga la rabia y así es que puedo llorar. También escribo mucho, por ejemplo para referirme a Marlon en mis escritos digo que es “febrero y es mi gran anhelo” y para referirme a Jaimito que “es marzo, mi gran ilusión”. Tengo bastantes cosas escritas sobre este dolor, sobre mi pena y la ausencia de mis hijos.

Sin embargo, yo ya entendí que a mí nadie puede repararme porque no tendré devuelta a mis hijos, nada va a pagarme la vida de mis hijos, ni el dolor que yo he sentido, ni el sufrimiento que causaron a mi familia, a mis otros hijos. Yo sólo quiero encontrar a mi hijo, así sean sus solitos huesos. Mientras tanto me aferro a las enseñanzas de la biblia, cuando estoy sola y deprimida la leo, no como fanática porque no lo soy, sino para buscarle un alivio a mi dolor. Por eso me refugio allí, en mis escritos, mi música y mis artesanías… 

A veces siento rabia con la humanidad. No llevo flores a la tumba de Jaimito, su sepultura ni siquiera tiene su nombre y no voy a visitarlo porque me da rabia. Ya mis hijos, los que aún me acompañan, no son libres porque yo siento miedo de que salgan y, a veces, hasta los maltrato por lo mismo. No son libres por mi temor a que les pase algo. Y por otra parte, el dolor que ellos han sentido por la ausencia de sus hermanos también es muy grande. Eso no se paga ni con oro…  

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